Un día, por mi trabajo, estaba contando un cuento a unos cuantos niños y niñas de catequesis. Tenían entre 8 y 9 años. El tema del cuento era la explotación infantil y como, gente menuda de su misma edad estaban ya trabajando y viviendo en malas condiciones en lugares como la India, Africa y America del Sur.
Cuando acabé el cuento, comenzaron a preguntarme todas sus dudas: ¿Cuantas horas tienen que trabajar?, ¿les pagan?, ¿les pegan?, etc... Mientras la mayoría preguntaba, uno de los peques estaba con la mano levantada, pero cuando le señalaba para que hablase no decía nada. Pensé que era timido y le deje estar.
Seguimos con las preguntas y en un momento dado el peque se levantó, se acercó donde mi y puso en mi mano una moneda de 10 centimos y bajito, bajito me dijo: "Toma, para que se lo des a esos niños".
Luego supe por las catequistas que el peque era nacido en ecuador y que su familia lo estaba pasando mal económicamente.
Cada vez que leo el Evangelio del próximo domingo, no puedo evitar recordar al niño y sus diez centimos.
Mila
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