"Cuando Unai era un bebé (ahora ya tiene 7 años) íbamos a misa de adultos con él, pero nos teníamos que poner atrás del todo, cerca de la puerta, dispuestos a salir cuando el niño llorara y molestara al resto de las personas… Nos comentaron acerca de la celebración de la familia y allí que nos fuimos… No se si es que son más ruidosas y a nuestro hijo se le oía menos o que los cantos y la guitarra calmaban a la fierecilla, pero vamos, que se podía ir con el bebé y no nos echaron de las celebraciones. Después vino Uxue, y a ella también la llevamos ya de forma natural desde su nacimiento, quizá porque era más formal, o porque ya estábamos todos muy acostumbrados, la niña se acopló a las celebraciones como algo natural… hasta tal punto que decidimos bautizarla en una de las celebraciones de familia. Una celebración de acogida a una comunidad que ya era la nuestra.
Poco a poco, tanto Unai como Uxue, se han ido acostumbrando a ir los domingos “a ver a Jesús”, a escuchar los cantos y las guitarras, a estar formales en la alfombra sentados, a ver al cura, ver a otros niños poner la mesa, ver a niños y mayores comer pan de un mismo plato, a pasar la cesta, dar la paz, a cantar…. Poco a poco todo eso se les ha hecho familiar hasta el punto que ahora ya se fijan más, están más atentos a las cosas y son capaces de ir captando los mensajes y emociones…
Y aquí estamos en la foto con las primas, Leire y Nerea, que el año pasado los niños convencieron para ir a la “secta” los domingos y encantadas que vienen desde hace un año con Mónica, la hermana de Carlos.
Pues estos somos y así aterrizamos en estas celebraciones. Otro día contaremos más….
Carlos y Mari José."
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